
El Poeta.
No tiene palabras. Tampoco silencios.
Es allí mientras seduce las madrugadas con sus cafés
amargos
mientras toma pociones que nadie le ha recetado.
Y recuerda,
distraído y ajeno a todo.
En un asiento
mide los puntos cardinales con las manos.
Es difícil exhalar la poesía de esta manera.
Otro día sin llevarme un poema a la boca.
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